El espacio teatral –en toda su dimensión– es un lugar en donde se enraízan las jerarquías de una máquina heterosexual: desde la programación y la dirección cultural y escénica, pasando por los oficios técnicos del teatro, hasta las asimetrías de categorización y de remuneración entre actores y actrices, todo, en el espacio teatral, obedece a la heteronormatividad.
El espacio escénico no escapa a esta regla, reproduciendo en su seno, el orden social y los binarismos: centro/margen, dentro/fuera, arriba/abajo, delante/detrás, etc.
El teatro de la argentina Magdalena de Santo busca romper con este modelo secular. Por un lado, la dramaturga reflexiona de manera teórica (Manifiesto por la lesbianización del teatro) acerca de la apropiación del espacio escénico a través de una lectura de género plural, abierta y alternativa. Por otro, sus propuestas artísticas abundan en confrontaciones con los espacios heteronormativos, creando un universo marginal y mutante. En este contexto, se estudian aquí de qué manera se cristalizan las propuestas de su Manifiesto en su producción escénica. Consideramos, en efecto, que la escena lésbica que elabora Magda de Santo en sus obras funciona como un contra-espacio teatral posible que cuestiona los parámetros tradicionales del espacio teatral (dentro y fuera del teatro).
Este contra-espacio, además, se presenta como el lugar por antonomasia de la disidencia y de la expresión de resistencias contra los intentos de asimilación. Se trata, en definitiva, de una propuesta estética y política que pone en jaque la construcción y el funcionamiento del espacio teatral.