A fines del siglo 19 los contingentes mapuche sobrevivientes, una vez desarticulados política y militarmente por el ejército argentino, vuelven a asentarse en una forma novedosa para ellos que es la 'comunidad'. A partir de entonces, y de acuerdo con la ideología republicana de tradición liberal, el Estado tiende a asimilarlos dentro de 'una identidad nacional argentina'; así como desvinculándolos de los Mapuche del Pacífico, que pasan a ser poblaciones de adscripción nacional chilena. En este proceso, los distintos tipos de segregación sufridos por los Mapuche, tanto por agentes del Estado argentino como de particulares, son mayoritariamente desatendidos por las autoridades nacionales y/o provinciales. El propio interés de la nación argentina en asumirse como occidental, europea y moderna, tendió a crear la idea de que en su territorio « no hay indígenas », y en rigor la nación se constituyó en base a la idea de que posee una unidad étnica, lingüística y religiosa, apagando y/o negando toda diferencia. Hacia finales del siglo 20, con la reinserción de la Argentina al sistema democrático, la instauración de la lógica de los Derechos Humanos y de la internacionalización del problema indígena, entre otros motivos, las poblaciones mapuche del norte de la Patagonia se organizaron y pasaron a ser protagonistas importantes sobre del escenario indígena argentino.