Este artículo contrasta una hipótesis situacional que postula que en 2020 el número de femicidios debería haber aumentado como consecuencia involuntaria de los confinamientos impuestos para evitar la propagación de la pandemia de COVID-19. Los datos mensuales de femicidios entre 2017 y 2020, recogidos en seis países de habla castellana —Argentina, Chile, España, México, Paraguay y Panamá— y analizados estadísticamente mediante modelos de umbral, indican que esa hipótesis ha sido refutada. El número total de femicidios en 2020 fue similar al registrado durante cada uno de los tres años anteriores. En particular, los femicidios no aumentaron durante los meses de confinamiento estricto. De hecho, su distribución mensual en 2020 no difiere de la distribución estacional de los femicidios en ninguno de los años anteriores. En la Discusión se critica el estado actual de la investigación científica sobre el femicidio y su incapacidad para inspirar políticas criminales eficaces. También se proponen tres líneas de intervención, las cuales se basan en un enfoque holístico que sitúa al femicidio en el contexto de los delitos contra las personas, incorpora enfoques de la biología y las neurociencias, y amplía las actuales explicaciones culturales del femicidio.